Y allí estuvimos, en el Aaiún

Durante los días 9, 10, 11 y 12 de abril, en plena Semana Santa, el equipo de Oceanográfica junto con cinco personas del mundo de la animación y el circo formaron parte del grupo canario que se desplazó a El Aaiún con el fin de participar en el 2º Festival de la Infancia.

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En el aeropuerto, antes de la partida, se percibían los nervios del equipo ante la incertidumbre de la aventura que nos aguardaba. Allí conocimos a Rosa y su equipo una gente encantadora y sencilla con la que enseguida comenzaron las bromas y las risas. Nervios que se disiparon en cuanto llegamos al aeropuerto de El Aaiún ya que el calor del recibimiento fue el inicio de la extraodinaria hospitalidad con la que este pueblo nos acogió.

Rosa (Rosa de España) encabezaba la comitiva mientras nos animábamos con los cánticos y bailes tradicionales de bienvenida. Ahí estuvo nuestro compañero Edu que se vistió con las ropas locales y se dejó llevar por los ritmos de la percusión. La aventura prometía.

Al día siguiente dio comienzo el festival en la plaza y todo el equipo se puso manos a la obra, nuestro cometido había sido diseñar todos los carteles y materiales pero no pudimos resistirnos a interactuar con los niños… los animadores se subieron a los zancos jugando con los visitantes, preparamos los talleres de globoflexia, pintura corporal, dibujo de comics, chapas… cualquier elemento era bueno para compartir una sonrisa en la mirada de los niños…

El segundo día, por la mañana, hicimos acto de presencia en las conferencias referentes a la infancia pero en cuanto descubrimos que se trataban de tres horas de charla en árabe decidimos aprovechar para dar un paseo por los alrededores de la plaza.

Llegó el momento de la comida… Hay que mecionar  la comida¡¡¡ cuantos sabores, colores, olores… todo un descubrimiento increíble.

Continuamos por la tarde con los talleres. Eran los instantes que generaron la mayoría de las anécdotas, instantes mágicos donde compartiamos magia directamente con los niños y niñas.

En el ecuador de la aventura, ya teníamos claro cual era nuestro programa… talleres entre comida y comida.. y en los momentos de descanso el hotel se convertía en un circo andante donde Octavio, Pedro, Iván, Maite y Myriam nos enseñaban sus trucos. Entonces se descubrieron las habilidades con los malabares de Yann, Edu y Javier, mientras que Toni se lanzaba con las mazas y… el memorable wantanchú¡¡¡

El sábado por la mañana visitamos uno de los orfanatos donde irían destinados los fondos obtenidos en el festival. Que momento¡¡¡¡ Se celebraba la presentación oficial de la biblioteca mientras nosotros nos cambiamos el disfraz y… a hacer de las nuestras con los niños y niñas. Sus miradas, sus sonrisas… Indescriptible¡¡ Una vez finalizada la parte institucional salimos al patio con el paracaídas y ahí Cristina junto con Pedro la armaron llenando el espacio de risas y colorido…

Yala¡¡¡ yala¡¡¡ (vamos vamos) corriendo para la jaima principal donde una vez más nos quedamos con los ojos bien abiertos (y la boca aún más) con un cuscús, la carne de camello, las bandejas de fruta. Simplemente impresionante.

Ya por la noche nos pusimos guapetes para asistir a la cena de gala. Se celebraba en una Jaima para 2.000 personas en medio del desierto. Iván, Octavio y Maite daban la bienvenida lanzando fuego hacia las estrellas mientras Miriam se preparaba para sorprendernos con su espectáculo de la danza del vientre. Arturo se jugó la vida (hay que ver como conducen los locales cuando van sin prisa así que te puedes imaginar lo que pasa cuando la tienen) para conseguir que apareciera el spot del Festival en las pantallas gigantes del escenario.

Primero actuaron los artistas españoles y nuestras cinturas dieron buen ejemplo del Aserejé de las Ketchup y algún taconazo sonó de fondo en el baile de Rafael Amargo. Rosa se lanzó en directo y demostró la extraordinaria artista que es.

Fue una pena porque nuestra artista local Maryanesa no actúo por disyuntivas culturales con la organización sin embargo nos deleitó en un pase privado al finalizar el festival.

Era la última noche y aunque al día siguiente teníamos el pasacalles… había ganas de que no acabara, así que la liamos de nuevo en el hotel. Sentados sobre los cojines, la alfombra y las pipas… Toni y compañía se lanzó a bailar el «güiamsiei» como teloneros del gran espectáculo de Maryanesa que nos dejó con la boca abierta.

Último día y con él llegó el motín¡¡ conseguir transporte… una odisea…. estábamos en el hotel esperando recorrer el puerto y la playa de El Aiún. El tiempo pasaba y nadie venía a recogernos.  Cuando llegaron, querían llevarnos directamente a comer y… comenzó la rebelión puesto que nosotros queríamos que nos llevaran donde estaba previsto. Naturalmente que lo conseguimos¡¡ hubo hasta un intrépido que se atrevió a probar el agua del mar.

Y llegó el pasacalles. Nos sorprendió el despliegue que la organización había realizado. Payasos, equilibristas, animadores.. el equipo de Oceanográfica y todos los niños y niñas del orfanato prepararon un desfile de Carnaval de aúpa¡¡¡ Que regalazo poder participar¡¡¡

Y… de nuevo la tónica del viaje Yala¡¡¡ yala¡¡¡ que llegamos tarde al aeropuerto. Mientras facturábamos se notaba la intensidad de las emociones. La aventura llegaba a su fin y nosotros lo agradecimos de la mejor manera que sabemos. Entre todos cogimos a Rashid y le manteamos entre vítores y aplausos.

Ya en el avión de regreso, a pesar del cansancio, seguro que en la mente de cada uno recordaba imágenes de la experiencia vivida, los juegos, el compartir con los niños y niñas, los instantes de recuperación con el shiatshu que nos regalaba Cristina, los puntos de Cati, las bromas… Lo cierto es que si hay una conclusión de las capacidades del equipo que se formó es que ¡el más despistado fabricaba relojes!

Nuestra mente viajaba de regreso hasta que Octavio se decidió por pedir un autógrafo a Rosa, pero esta es una historia que tendrá que ser contada en otro momento.

Sucram