Las Salvajes, las islas que no pudieron ser conquistadas
Recientemente viajamos a las vecinas Islas Salvajes para estudiar la biodiversidad marina de este archipiélago con el fin de poder comparar el estado de los ecosistemas de los archipiélagos de Madeira, Salvajes y Canarias.
Los archipiélagos de Madeira y Canarias se caracterizan por estar densamente poblados y, por tanto, sometidos a fuertes presiones de origen humano que han ocasionado la alteración de los recursos naturales. A 280 km al sur de Madeira y a 165 km al norte de Canarias, Las Islas Salvajes son un pequeño grupo formado por tres islas, Selvagen Grande (Salvaje Grande), Selvagen Pequeña (Pitón Grande) e Ilheu de Fora (La Salvajita) y una decena de bajas e islotes de duras condiciones climáticas y marinas, de ahí el nombre de «Salvajes». Estas condiciones adversas no permitieron en el pasado el asentamiento definitivo de los colonos que intentaron vivir en ellas. Por ello, Las Salvajes pueden ser el reflejo del pasado de los ecosistemas marinos de Madeira y Canarias y, por tanto, el secreto para descubrir las alteraciones que el ser humano ha ocasionado en las comunidades naturales tanto de Madeira como de Canarias.
De los cinco archipiélagos que forma la Macaronesia (Azores, Madeira, Islas Salvajes, Canarias y Cabo Verde), las Salvajes son las segundas más antiguas con 28 millones de años, detrás de Cabo Verde. Diogo Gomes reclamó el descubrimiento de Las Salvajes como propio en 1438 tras su regreso de una expedición a Guinea pero existen referencias de este archipiélago en mapas de 1364 y ya en la antigüedad eran conocidas como Heres y Antoloba.
Las Islas Salvajes son parque natural desde 1971 (Decreto nº 458/71 del 29 de octubre de 1971) con el límite de la reserva establecido en la cota de los 200 m y siendo una de las reservas mas antiguas de Portugal. Para visitarlas o bucear en ellas es preciso contar con un permiso especial de la dirección de los Servicios de Parques Naturales de Madeira. Desde que se declaró reserva goza de la más alta figura de protección, lo que sumado a la lejanía a los dos archipiélagos más poblados y a la intensa vigilancia a la que están sometidas debido al litigio abierto entre España y Portugal por la soberanía de sus aguas, ha permitido que las presiones humanas sean mínimas durante un periodo mucho mayor que en ninguna de las islas vecinas. La Reserva Marina más antigua de Canarias, la de la isla del Hierro, por ejemplo, se estableció en 1996 y la de Garajau (Madeira) en 1986. Las presiones pesqueras se reducen a pequeñas incursiones furtivas esporádicas aunque en el pasado, con la aparición de los motores, no fueron pocos los pescadores que se acercaron a las Salvajes en busca de cuantiosas capturas. Las leyendas alrededor de tesoros piratas escondidos en las islas también suscitaron visitas de numerosos navegantes. En 1701 el pirata escocés William Kidd expolió las costas de Sudamérica y varios galeones españoles repletos de oro de Perú. Este tesoro fue escondido en algún lugar del Atlántico y numerosas expediciones han partido para las Salvajes en su busca. En 1921 el explorador inglés Sir Ernest Shackleton solicitó a los propietarios de la isla permiso para buscarlo contando incluso con credenciales de la marina inglesa asegurando que podía estar allí. Shackleton no pudo encontrar este tesoro, no porque no estuviese en Salvajes, sino porque murió ese mismo año en su última expedición intentando ser el primer hombre en llegar al polo sur. En 1971 World Wildlife Fund intento comprar la isla para protegerla por su valioso patrimonio natural pero fue el gobierno portugués quien lo hizo al final no sin antes firmar una cláusula por la cual los antiguos propietarios percibirían una parte del tesoro si algún día se encontraba.
Actualmente el mayor tesoro de las islas es bien conocido y el trabajo de Alec Zino y su hijo Franc Zino ha tenido mucho que ver, las increíbles poblaciones de aves marinas son, sin duda, el principal recurso patrimonial de estas islas y los antiguos isleños sabían cómo aprovecharlo. En el pasado, el aceite de pardela era muy preciado y su carne salada era la única fuente de proteínas que los isleños de las zonas rurales más pobres del interior podían adquirir en los mercados locales. Las partidas de caza a las islas llegaban a matar decenas de miles de animales en una sola temporada entre los meses de septiembre y octubre. En la actualidad, la colonia de pardelas cuenta con más de 30.000 parejas lo que la convierte en una de las más importantes del mundo para esta especie y en la principal del Atlántico. Sin embargo, la pardela no es la única ave abundante de este diminuto archipiélago, el paíño calcamar cuenta con más de 19.000 parejas (única colonia conocida en el Atlántico norte) y son cerca de 40 las especies de aves citadas convirtiendo a estos roques en un auténtico santuario para la avifauna.
Las islas fueron siempre un peligro para la navegación, de hecho el petrolero italiano «Cerno», encallado en la costa norte de Salvaje Pequeña, así lo recuerda. Los nuevas tecnologías han permitido que dejen de suponer esa amenaza y que hoy podamos bucear en esos puntos singulares que sin GPS serían imposibles de localizar en un lugar donde no hay referencia posible para obtener marcas de tierra. Sin duda, las Salvajes esconden increíbles puntos de buceo y muchos de ellos están aún por descubrir. Ese era parte de nuestro trabajo.
Respecto a la expedición, estaba formada por personal del parque natural, el equipo de seguimiento de la avifauna liderado por el eminente ornitólogo Fran Zino, Pedro Q. Graça diputado del parlamento de Portugal que quería conocer el punto más al sur de Portugal, la directora de la Estación de Biología Marina de Funchal, Mafalda Freitas, responsable de la campaña científica e investigadora principal y el director de la agencia de divulgación canaria Oceanográfica, Arturo Boyra como buceador y fotógrafo científico. Durante la campaña, se realizaron muestreos submarinos para caracterizar las fondos de las Islas, poco conocidos y en su mayor parte inexplorados.
Los trabajos de investigación llevados a cabo en esta campaña en las tres islas Salvajes reflejan el buen estado de salud de los fondos de estas islas en comparación con Madeira y Canarias, por presentar tanto peces de grandes tallas, como abundantes ejemplares de especies emblemáticas como meros, medregales, gallos, abades o pejeperros. Los erizos que devastan los fondos rocosos de Canarias y Madeira no han conseguido colonizar estas pequeñas e inhóspitas islas muy presumiblemente debido a la cantidad de peces que albergan. Sin duda hemos encontrado un tesoro de vivos colores en estas islas pero es un tesoro que gracias a la labor de muchas personas podremos seguir disfrutando y conservando con empeño y duro esfuerzo.
Llamamos salvajes a unas islas que han logrado mantener intacto su patrimonio natural y no al ser humano que ha conseguido poner en peligro ese legado teniendo incluso que protejerlo de si mismo.