De vuelta de la campaña científica en las Islas Desertas, Madeira y Porto Santo

Han sido 15 días embarcados buceando en cinco islas e islotes que nos han permitido conocer un poco más el mar que nos une con el archipiélago vecino.

El equipo científico de EMAM (Estrutura de Missão para os Assuntos do Mar) del Gobierno Portugués, nos invitó a participar en la campaña 2011 como científicos conocedores de la biodiversidad de la Macaronesia. A bordo del buque escuela Creoula hemos recorrido las islas de Desertas, Madeira y Porto Santo recogiendo datos e imágenes para el programa M@rBis (Marine Biodiversity Information System). Ver fotos de Desertas, Madeira y Porto Santo.


Sin duda ha resultado un experiencia tremendamente gratificante tanto desde el aspecto profesional como del humano. Desde el principio era una aventura emocionante y la calidad de las personas que hemos tenido ocasión de conocer ha hecho de esta campaña, además, un viaje en familia.

El buque escuela Creoula le ha dado ese toque de expedición científica de época. Los más de 40 tripulantes de este elegante velero hacen de él un navío eficiente y majestuoso.


En contraste, el equipo científico, formado por otras 40 personas, le daba la vida y el color con todo el trajín de idas y venidas de equipos de buceo, de muestras y de personas debatiendo y consultando bibliografía.

Ciertamente, cuanto más nos esforzamos en investigar lo que se esconde bajo la superficie del mar, más nos damos cuenta de que apenas conocemos una finísima fracción del océano y más nos convencemos de lo necesarias que resultan este tipo de acciones.

Ha sido espectacular acceder a las paredes de corales látigo, corales negros y gerardias, así como adentrarse en los túneles y cuevas de Desertas. Es distinto bucear pensando que en cualquier momento puede aparecer un lobo marino con ganas de jugar o con ganas de mandar. Más de uno conocíamos a alguien que había salido con los colmillos de estos grandes animales clavados a modo de aviso.


También hay que admitir que resulta descorazonador acceder a los lugares más restringidos y protegidos del archipiélago, donde incluso todavía se pueden ver los lobos marinos y ser recibido por cantidades ingentes de erizos diadema que campan a sus anchas, eso sí, entre grandes meros y pejeperros. El ecosistema marino se encuentra muy alterado y los fondos tapizados de erizos parecen una peculiar manera del mar de poner en evidencia la necesidad de medidas urgentes.


Es mucho lo que queda por saber, el problema es que alteramos más rápido de lo que estudiamos. Cuando empiezan a existir inventarios muy completos de biodiversidad, toca adentrarse en conocer la biología de todos esos organismos. Da vértigo pensar lo poco que se sabe al respecto. Como ejemplo, el pejeperro, a pesar de su vistosidad y de lo emblemático que resulta, su biología es un misterio. Si esto mismo pasa con infinidad de especies ¿cómo vamos a sacar conclusiones de las interacciones que existen entre los miles de organismos marinos?


Es como el típico ejemplo de una maquina que funciona a la perfección. Estamos quitando y desmontando piezas que ni siquiera sabemos que existen y desde luego no sabemos la función que cumplen en la máquina.

Todas las especies vivas existen porque ocupan un lugar que permite que el ciclo de la vida funcione. Si quitamos especies o alteramos sus poblaciones, el funcionamiento cambia. De cajón de madera de pino ¿no?


Queda mucho por hacer, de momento el esfuerzo del programa M@rBis está en saber «Quiénes son y dónde están».

Próximamente vídeo de la campaña en Oceanoblog.com